Capítulo de un curso de Milagros.
Reconócete como verdaderamente eres.
El mundo de las formas está derivado de una teoría newtoniana separatista, el cual describe a la ley de causa y efecto como una ley donde se cree que toda causa tiene una repercusión dando como resultado una creación.
Siendo esta ley una teoría separatista donde se posicionan las polaridades, sin describir lo que verdaderamente somos y creer que esta es cierta, solo reconoce a una mente que se resiste al despertar de la conciencia y a reconocer la santificación del espíritu.
Todo lo que hable de separación es una información incorrecta y falsa.
La mente se resiste a toda costa en despertar, en reconocerse como una creación de inmensa magnitud. Por esto, se reconoce como verdadera la ley de causa y efecto.
La única ley que propone la ley de causa y efecto es reconocer que la causa es Dios y el efecto es Cristo.
Cristo es el resultado del creador, es decir, Dios siendo una unidad, donde Dios y el hijo están unidos, siendo uno.
Siempre nos hablan desde la teoría de la separación, en una ley de causa y efecto a base de errores. Y esta no es la ley que debe reconocerse.
¿En el mundo de las formas todo cambia de forma, pero el espíritu cambia de forma? ¿El padre cambia de forma? ¡No!. Por tanto, la creación nunca cambia de forma y nunca podrá dar un efecto distinto a lo que es.
Soy tal como Dios me creo.
Yo soy la creación, yo soy el santo hijo del creador.
Por lo tanto, yo soy la creación divina del creador.
La materia o el mundo material, llámese a todo lo que tiene forma, no viene del espíritu ni de la causa y efecto.
El espíritu siempre es santo, divino y supremo, porque siempre será la causa del efecto.
La materia sí cambia, se transforma y puede finalizar, pero el espíritu no, por lo tanto, no es cierta la ley de causa y efecto como se conoce.
Cuando ves un mundo de proyecciones, de tiempo, de espacios, solo ves el mundo de las formas.
Si quieres ser feliz y conocer el cielo, conociéndote como realmente eres, debes vencer al mundo de las formas. Desmonta todo cuanto has visto, te han dicho y todo lo que crees, porque las formas no se derivan de la ley de causa y efecto.
Reconócete como el verdadero ser, como el espíritu de la creación divina de Dios y, así comprenderás que el milagro divino eres tú.
Limpia el mundo de la percepción y elimínala, deja de reconocer la edificación del ego, de la maldad, de lo malo y pon un stop a la mente egóica.
Elimina el miedo, despertando y reconociendo lo que verdaderamente eres, porque eres amor y debes vivir en amor.
Cuando crees que Dios te abandona, que Dios no te ama, es porque no reconoces lo que eres y vives en una teoría separatista, convirtiéndote en presa del ego.
No le des fuerza a las formas, al ego ni al mundo porque ello te impide ser tu esencia.
Eres un ser perfecto y por tanto el mundo a través de tus ojos debe ser perfecto, porque somos una perfección divina, enfócate con la visión correcta y todo se transformará.
El padre y el hijo son uno y en el mundo de las formas todos están separados, pero en su esencia todos somos uno con Dios, porque tu eres el efecto de la causa divina.
“Cristo es uno con Dios y Dios es uno con Cristo y yo soy el Cristo, hijo de Dios”.
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